Se anunció hace tres años como un proyecto "humanitario", tuvo el respaldo de la Casa Rosada y prometió la llegada de un millón de pequeñas computadoras, en el año 2007, para chicos sin acceso a la tecnología. El objetivo, más que loable: la reducción de la brecha digital, con bajo costo para el Estado... Pasó el tiempo y la verdad es muy distinta. Aquel plan "semi-benéfico" tomó la forma de un gran negocio, el precio de las computadoras subió de 100 a 180 dólares, y a 500 en el mercado libre, y gigantes de la tecnología iniciaron una puja comercial aún en desarrollo. Resultado: un millón de chicos arranca el 2008, declarado por el Gobierno como el "Año de la Enseñanza de las Ciencias", sin computadora.
Esta historia comenzó en enero de 2005, cuando el profesor del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT) Nicholas Negroponte, anunció en Davos, Suiza, el programa One Laptop per Child (OLPC), "una computadora por chico", que proponía a los estados comprar grandes cantidades de máquinas portátiles, a buen precio, para luego distribuirlas gratis en las escuelas más necesitadas.
El 13 de julio de 2005, el eco llegó a la Argentina, cuando Nía Lewis, secretaria de Negroponte, le comentó al matemático, y difusor de las ciencias Adrián Paenza que el país no estaba en la lista inicial del proyecto. De inmediato, Paenza le mandó un mail al entonces presidente, Néstor Kirchner, y llamó por teléfono a su ministro de Educación, Daniel Filmus, para ver si les interesaba. Filmus lo alentó: "Sentite representante del Gobierno argentino y dale para adelante".
Lo que siguió después es parte de una reconstrucción de Clarín, basada en documentos oficiales, entrevistas a responsables del tema y datos obtenidos mediante un pedido de acceso a la información pública, por el cual el Estado tiene que responder las consultas de los ciudadanos.
Al principio, hubo entusiasmo. Las laptops imaginadas en Estados Unidos iban a ser a prueba de golpes; de colores, con pantalla de buena definición, visible bajo la luz del sol, y con una suerte de cuerda o manija, como tienen algunos juguetes, para recargar baterías y poder usarlas en lugares sin electricidad. No más de un kilo y medio de peso, para llevar en mochilas escolares.
El 26 de octubre de 2005, Negroponte hizo una visita relámpago al país, fue recibido por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández y se llevó el OK presidencial para avanzar con el proyecto. Un comunicado del Ministerio de Educación destacó ese día: "Argentina es el primer país de habla castellana en incorporarse al programa One Laptop per Child". Y dejó consignado el costo inicial de 100 dólares por computadora. ¿Por qué tan económicas? Porque la idea era producirlas por afuera del circuito comercial, sin los márgenes de ganancia habituales ni los gastos de publicidad del producto, que suman hasta el 60 % del costo. El 13 de diciembre de ese año, se anunció la lista inicial de países, integrada por China, India, Egipto, Nigeria, Tailandia, Brasil y la Argentina.
Tres meses después, Negroponte volvió a ser recibido en despachos oficiales y Filmus dijo: "Nuestra propuesta es adquirir un millón de estas máquinas para distribuirlas en 2007". Siempre se aclaró que la decisión dependía de la evaluación positiva de las computadoras durante las pruebas piloto y de la existencia de un modelo final, para que los docentes pudieran capacitarse en base a una referencia tecnológica concreta.
El 8 de marzo de 2006, un nuevo comunicado decía que las máquinas destinadas a la alfabetización digital estaban en fase de diseño y que el prototipo iba a estar listo en setiembre "comenzando la distribución a mediados de 2007". El párrafo que vino después desnudó una primera variación del precio. Decía: "Los países adheridos al programa deben garantizar la adquisición de al menos 500.000 computadoras, alcanzando una escala de producción que permita entregar las unidades a un costo promedio de 130 dólares". Treinta dólares más que el monto usado para promover el plan "sin fines de lucro" en todo el mundo.
El 22 de noviembre de 2006, fue Néstor Kirchner el que recibió a Negroponte en la Casa Rosada. Al término del encuentro, se anunció la conformación de una comisión de especialistas, presidida por Paenza, para encaminar el programa OLPC. Una contribución concreta del Estado en pos de la igualdad educativa, música para los oídos de cualquier estadista.
Pero 14 días después de la foto Kirchner-Negroponte, otra empresa, Intel, que colabora con el Gobierno en la financiación de diversos programas oficiales, pidió audiencia para presentar su propio modelo de laptop educativa, la Classmate, "compañera de clase", y la propuso como alternativa a la del MIT. Paenza renunció a menos de un mes de haber asumido, disgustado por el rumbo de los acontecimientos.
Llegó el año 2007, de renovación presidencial, y comenzaron las pruebas técnicas. Hasta allí, no se había demostrado la eficacia y utilidad de las computadoras escolares. Un equipo encabezado por Hugo Scolnik, creador y hoy director del Departamento de Computación de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, comenzó a probarlas. Sorprendió la lentitud de los primeros prototipos (ver "A las computadoras les falta...").
En febrero llegaron 50 máquinas XO, modelo B1, del programa impulsado por Negroponte, y en mayo, 200 más, modelo B2, pero los adaptadores no cumplían con las normas IRAM y tuvieron que ser devueltos.
Luego, Intel donó 450 dispositivos Classmate y la empresa israelí ITP, tercer competidor, 20 de los suyos. Un cuarto protagonista, la empresa NEC, comunicó su interés en el tema, pero aún no acercó modelo alguno para el testeo.
Había cambiado por completo el mapa de oferentes. Lo que iba a ser una oportunidad auspiciosa para técnicos argentinos, que podían desarrollar el software y agregarle valor a las laptops educativas, mediante el diseño de programas útiles para el ámbito educativo nacional, era ahora un simple trabajo de adaptación de tecnologías de afuera. La situación tuvo que ser repensada.
Con las primeras computadoras que llegaron se hicieron pruebas piloto en 12 escuelas de siete provincias: Buenos Aires, Chubut, Mendoza, Misiones, Salta, Santa Fe y Tucumán. Participaron 700 alumnos. En algunos casos, dos chicos usaron la misma computadora, en distintos turnos. Pero esto fue recién en octubre pasado, cuando se suponía que el proyecto tenía que estar más avanzado.
Hace un mes, cuando se suponía que el millón de computadoras iba a estar ya en la Argentina, Clarín hizo un pedido de acceso a la información para conocer los últimos detalles del caso. Desde el portal Educ.ar, se recordó que "cuando el MIT anunció el proyecto, estableció que los dispositivos costarían 100 dólares", pero agregó: "Al día de hoy no se ha conseguido alcanzar ese valor. Las compras que realizaron en Uruguay, Perú y México confirman que, al 21 de diciembre, el valor es de 180 dólares". Ochenta dólares más, 80 por ciento más.
Intel, por su lado, empezó a comercializar su Classmate en forma directa al público, por Internet. El precio de lista, hoy, es de 1.499 pesos, cerca de 500 dólares. "Ese precio puede bajar, ya que no tiene ningún descuento por educación, hay una referencia de que puede salir 250 dólares, en función de quién la compre, si queda exento de impuestos, etc.", señaló a Clarín Esteban Galuzzi, gerente general de Intel Cono Sur.
Alejandro Piscitelli, gerente general de Educ.ar, aclaró que, junto con los requisitos de la prueba técnica y la fabricación del modelo definitivo de la laptop que comprará el Gobierno (hoy se prueba el modelo B4 de Negroponte), figura "el respeto a la transparencia y demás principios que rigen la contratación pública en la adquisición de los dispositivos, con estricto cumplimiento de los recaudos legales, reglamentarios y presupuestarios". Hay licitación en puerta. ¿Cuándo? Falta mucho, mucho más que lo indicado en aquellas viejas promesas de 2005. La comisión formada para redactar el pliego no se reunió ni una sola vez.
"En función de haber comenzado las pruebas piloto en octubre -dice la contestación oficial-, aún no se cuenta con un informe final que posibilite la toma de decisión, es decir que no se ha completado la primera condición previa".
Es decir que hoy, cuando las fanfarrias de los anuncios oficiales han callado, no se sabe todavía si las computadoras sirven o no.
¿Y cuándo va a estar ese informe entonces?, preguntó Clarín. La respuesta: "Se espera tener un informe exhaustivo para agosto de 2008".
Esta historia comenzó en enero de 2005, cuando el profesor del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT) Nicholas Negroponte, anunció en Davos, Suiza, el programa One Laptop per Child (OLPC), "una computadora por chico", que proponía a los estados comprar grandes cantidades de máquinas portátiles, a buen precio, para luego distribuirlas gratis en las escuelas más necesitadas.
El 13 de julio de 2005, el eco llegó a la Argentina, cuando Nía Lewis, secretaria de Negroponte, le comentó al matemático, y difusor de las ciencias Adrián Paenza que el país no estaba en la lista inicial del proyecto. De inmediato, Paenza le mandó un mail al entonces presidente, Néstor Kirchner, y llamó por teléfono a su ministro de Educación, Daniel Filmus, para ver si les interesaba. Filmus lo alentó: "Sentite representante del Gobierno argentino y dale para adelante".
Lo que siguió después es parte de una reconstrucción de Clarín, basada en documentos oficiales, entrevistas a responsables del tema y datos obtenidos mediante un pedido de acceso a la información pública, por el cual el Estado tiene que responder las consultas de los ciudadanos.
Al principio, hubo entusiasmo. Las laptops imaginadas en Estados Unidos iban a ser a prueba de golpes; de colores, con pantalla de buena definición, visible bajo la luz del sol, y con una suerte de cuerda o manija, como tienen algunos juguetes, para recargar baterías y poder usarlas en lugares sin electricidad. No más de un kilo y medio de peso, para llevar en mochilas escolares.
El 26 de octubre de 2005, Negroponte hizo una visita relámpago al país, fue recibido por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández y se llevó el OK presidencial para avanzar con el proyecto. Un comunicado del Ministerio de Educación destacó ese día: "Argentina es el primer país de habla castellana en incorporarse al programa One Laptop per Child". Y dejó consignado el costo inicial de 100 dólares por computadora. ¿Por qué tan económicas? Porque la idea era producirlas por afuera del circuito comercial, sin los márgenes de ganancia habituales ni los gastos de publicidad del producto, que suman hasta el 60 % del costo. El 13 de diciembre de ese año, se anunció la lista inicial de países, integrada por China, India, Egipto, Nigeria, Tailandia, Brasil y la Argentina.
Tres meses después, Negroponte volvió a ser recibido en despachos oficiales y Filmus dijo: "Nuestra propuesta es adquirir un millón de estas máquinas para distribuirlas en 2007". Siempre se aclaró que la decisión dependía de la evaluación positiva de las computadoras durante las pruebas piloto y de la existencia de un modelo final, para que los docentes pudieran capacitarse en base a una referencia tecnológica concreta.
El 8 de marzo de 2006, un nuevo comunicado decía que las máquinas destinadas a la alfabetización digital estaban en fase de diseño y que el prototipo iba a estar listo en setiembre "comenzando la distribución a mediados de 2007". El párrafo que vino después desnudó una primera variación del precio. Decía: "Los países adheridos al programa deben garantizar la adquisición de al menos 500.000 computadoras, alcanzando una escala de producción que permita entregar las unidades a un costo promedio de 130 dólares". Treinta dólares más que el monto usado para promover el plan "sin fines de lucro" en todo el mundo.
El 22 de noviembre de 2006, fue Néstor Kirchner el que recibió a Negroponte en la Casa Rosada. Al término del encuentro, se anunció la conformación de una comisión de especialistas, presidida por Paenza, para encaminar el programa OLPC. Una contribución concreta del Estado en pos de la igualdad educativa, música para los oídos de cualquier estadista.
Pero 14 días después de la foto Kirchner-Negroponte, otra empresa, Intel, que colabora con el Gobierno en la financiación de diversos programas oficiales, pidió audiencia para presentar su propio modelo de laptop educativa, la Classmate, "compañera de clase", y la propuso como alternativa a la del MIT. Paenza renunció a menos de un mes de haber asumido, disgustado por el rumbo de los acontecimientos.
Llegó el año 2007, de renovación presidencial, y comenzaron las pruebas técnicas. Hasta allí, no se había demostrado la eficacia y utilidad de las computadoras escolares. Un equipo encabezado por Hugo Scolnik, creador y hoy director del Departamento de Computación de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, comenzó a probarlas. Sorprendió la lentitud de los primeros prototipos (ver "A las computadoras les falta...").
En febrero llegaron 50 máquinas XO, modelo B1, del programa impulsado por Negroponte, y en mayo, 200 más, modelo B2, pero los adaptadores no cumplían con las normas IRAM y tuvieron que ser devueltos.
Luego, Intel donó 450 dispositivos Classmate y la empresa israelí ITP, tercer competidor, 20 de los suyos. Un cuarto protagonista, la empresa NEC, comunicó su interés en el tema, pero aún no acercó modelo alguno para el testeo.
Había cambiado por completo el mapa de oferentes. Lo que iba a ser una oportunidad auspiciosa para técnicos argentinos, que podían desarrollar el software y agregarle valor a las laptops educativas, mediante el diseño de programas útiles para el ámbito educativo nacional, era ahora un simple trabajo de adaptación de tecnologías de afuera. La situación tuvo que ser repensada.
Con las primeras computadoras que llegaron se hicieron pruebas piloto en 12 escuelas de siete provincias: Buenos Aires, Chubut, Mendoza, Misiones, Salta, Santa Fe y Tucumán. Participaron 700 alumnos. En algunos casos, dos chicos usaron la misma computadora, en distintos turnos. Pero esto fue recién en octubre pasado, cuando se suponía que el proyecto tenía que estar más avanzado.
Hace un mes, cuando se suponía que el millón de computadoras iba a estar ya en la Argentina, Clarín hizo un pedido de acceso a la información para conocer los últimos detalles del caso. Desde el portal Educ.ar, se recordó que "cuando el MIT anunció el proyecto, estableció que los dispositivos costarían 100 dólares", pero agregó: "Al día de hoy no se ha conseguido alcanzar ese valor. Las compras que realizaron en Uruguay, Perú y México confirman que, al 21 de diciembre, el valor es de 180 dólares". Ochenta dólares más, 80 por ciento más.
Intel, por su lado, empezó a comercializar su Classmate en forma directa al público, por Internet. El precio de lista, hoy, es de 1.499 pesos, cerca de 500 dólares. "Ese precio puede bajar, ya que no tiene ningún descuento por educación, hay una referencia de que puede salir 250 dólares, en función de quién la compre, si queda exento de impuestos, etc.", señaló a Clarín Esteban Galuzzi, gerente general de Intel Cono Sur.
Alejandro Piscitelli, gerente general de Educ.ar, aclaró que, junto con los requisitos de la prueba técnica y la fabricación del modelo definitivo de la laptop que comprará el Gobierno (hoy se prueba el modelo B4 de Negroponte), figura "el respeto a la transparencia y demás principios que rigen la contratación pública en la adquisición de los dispositivos, con estricto cumplimiento de los recaudos legales, reglamentarios y presupuestarios". Hay licitación en puerta. ¿Cuándo? Falta mucho, mucho más que lo indicado en aquellas viejas promesas de 2005. La comisión formada para redactar el pliego no se reunió ni una sola vez.
"En función de haber comenzado las pruebas piloto en octubre -dice la contestación oficial-, aún no se cuenta con un informe final que posibilite la toma de decisión, es decir que no se ha completado la primera condición previa".
Es decir que hoy, cuando las fanfarrias de los anuncios oficiales han callado, no se sabe todavía si las computadoras sirven o no.
¿Y cuándo va a estar ese informe entonces?, preguntó Clarín. La respuesta: "Se espera tener un informe exhaustivo para agosto de 2008".
Nota de: Pablo Calvo.
Fuente: http://www.clarin.com/suplement